Imagen encabezado: Facebook Carlos Ruiz Zafón. Oficial @CarlosRuizZafonOFCIIAL
En el año 2007 un alocado grupo de alumnos de diversificación de Cuestablanca se lanzó a la aventura de participar en El País de los Estudiantes. En esa loca aventura tuvieron la posibilidad de entrevistar y conocer a Gomaespuma, a Ismael Serrano, al director de Greenpeace España y también de preparar un cuestionario con las preguntas que hubiesen hecho a Carlos Ruiz Zafón. Con el paso de las semanas llegó la respuesta. Lo que supuso la llegada de aquel email para aquel grupo de alumnos es muy difícil de describir. Nos había contestado uno de los grandes, posiblemente el autor más leído en castellano después de Cervantes. Era algo difícil de creer.
Ayer conocimos la triste noticia de su fallecimiento con 55 años. Desde aquí nuestro humilde recuerdo y homenaje al autor de El Príncipe de la Niebla, para los jóvenes lectores de Cuestablanca y La Sombra del Viento, para la multitud que le ha leído alrededor del mundo. Descansa en paz, Amigo Carlos, nos quedan tus libros, tu dedicación, tu disposición y humildad para atender a un alocado grupo de estudiantes y hacerles sentir realmente especiales. Gracias.
Compartimos con ustedes el mensaje.
Miércoles, 14 de marzo de 2007.
Amigo Carlos,
Gracias por tu mensaje y por el cuestionario. Me lanzo a contestar a la espera de conseguir al menos un aprobado justo.
Un abrazo de tu tocayo y un saludo a tus alumnos,
Carlos
1) El escritor de La sombra del viento ¿nace o se hace escritor?
Probablemente ambas cosas. Yo vengo inventando y contando historias desde que tengo uso de razón y supongo que era inevitable que acabase ganándome la vida por la misma vía. Mi impresión es que un escritor es parecido de algún modo a un deportista, por ejemplo. De nacimiento puede tener unas condiciones físicas determinadas, una capacidad y una disposición o llamémosle un talento en bruto, pero el escritor de verdad se hace trabajando con ese material inicial e intentando aprender y depurar el oficio y la técnica cada día de su carrera. El punto de partida es un don, mayor o menor, y la línea de llegada está allí donde somos capaces de establecerla con nuestro esfuerzo y trabajo. Lo mismo podría decirse de muchas profesiones, por supuesto. Yo creo que la vida nos entrega a todos unas cartas, buenas, malas, pésimas, medianas... esa es una fortuna del destino, que no podemos controlar y que esta condicionada por nuestro origen, nuestros genes, nuestro entorno, etc. Pero la partida de la vida la tenemos que jugar nosotros, con cartas buenas o malas. En definitiva, un escritor nace en bruto, pero sólo llega a serlo de verdad si trabaja y se esfuerza en desarrollar al máximo las cualidades que le han venido de fábrica. El esfuerzo personal es tan importante como el impulso de salida, en cualquier cosa. La vida es un combate contra el destino a cientos de asaltos.
2) ¿Sigues alguna planificación a la hora de escribir? ¿Quién lee los primeros esbozos de tus obras?
Planifico mucho o bastante todo, desde los diferentes niveles de la estructura a los personajes, la dinámicas que mueven tramas y subtramas, etc. Aunque soy flexible y constantemente hago cambios y reconstruyo los planes hasta la saciedad. La planificación es un instrumento y hay que darle tantas vueltas a las cosas como sea necesario para obtener el resultado que uno pretende.
No hago un primer esbozo de una novela porque constantemente estoy reescribiendo. Por ese motivo, cuando llego al final, todo ha sido reescrito y reestructurado tantas veces que no se puede apretar una sola tuerca más. La novela está terminada. Nadie lee esbozos ni borradores, ni le pregunto a nadie su opinión. Intento ser el juez de mi propio trabajo y yo decido si es o no lo que debe ser. Una vez lo considero terminado no permito a nadie que toque una coma so pena de arrancarle la cabeza de un mordisco.
3) En el Príncipe de la niebla, puede considerarse al príncipe el centro en torno al cual gira la obra o fue un personaje que apareció posteriormente como complemento de los protagonistas? ¿cómo fue la invención de este personaje?
Tengo cierta costumbre de emplear este tipo de personajes luciferinos como antagonista. Yo tiendo a pensar en imágenes y las historias, incluso los personajes, nacen para mí en una imagen, una metáfora que nos dice quien son y que función tienen en la trama. Hace tantos años que escribí esa novela que tengo dificultad en recordar exactamente el origen de Caín, aunque yo creo que parte de una personificación de un mal "literario", un principio al que Max y sus amigos deben enfrentarse al entrar en la madurez y la adolescencia. Él es el centro de la historia. Su aspecto y su modo de actuar es más una colección de recursos habituales en mi modo de plantear la puesta en escena de las historias.
4) ¿El éxito de La Sombra del Viento es consecuencia de una buena idea o es consecuencia de un largo trabajo?
Una buena idea no lleva muy lejos. De hecho cualquier libro medianamente aceptable contiene no una, sino cientos de buenas ideas, articuladas entre sí. El éxito de la novela, diría yo, es consecuencia de su elaboración, del modo en que está construida, dramatizada, estilizada y narrada. Está en el lenguaje, en la trama, en las imágenes y en el modo en que todo ello transmite la esencia de una historia y unos personajes. Eso es aplicable a la sombra del viento y a muchas otras novelas, o películas o historias narradas en cualquier formato que han alcanzado un éxito prolongado y sostenido.
5) ¿Cuándo y cómo surge la idea del Cementerio de los Libros Olvidados?
Como decía tiendo a pensar en imágenes, y esa es la primera que me vino al pensar en esta novela. Recuerdo que estaba sentado en mi despacho, en mi casa de Los Ángeles, allá por el año 1999, cuando empecé a pensar en este lugar, esta biblioteca barroca misteriosa y laberíntica y me pareció que podía haber una historia interesante tras ella. Para mí el cementerio es una metáfora visual, no ya de libros olvidados, sino de ideas y personas olvidadas, de la destrucción de la memoria y de la pérdida de la identidad a la que a menudo sucumbimos. Con ese punto de partida, empecé a planear un relato que me permitiese tratar ese tema y otros muchos.
6) Si un productor propusiera llevar al cine La sombra del viento ¿qué diría a día de hoy el autor?
Muchos lo han hecho y lo siguen haciendo, no en España, pero si en muchos otros países. El tema es complejo, porque ese es un mundo que conozco bien y , quizás por mi propia experiencia en él, me despierta sentimientos encontrados. Al día de hoy, y para no eludir la pregunta, le diría que de momento la sombra del viento está bien como esta, que no hace falta que todo se convierta en película, concurso de televisión o promoción de hipermercado, que la novela está orgullosa de ser una novela y ya está y que nada narra una historia con la intensidad, riqueza y profundidad de una novela si está bien escrita y ejecutada. Yo supongo que, si algún día hago algo con esta historia en el cine, será porque lo quiero hacer yo mismo, porque me apetece volver al redil y experimentar con el material desde otro punto de vista, pero no la venderé ni por dinero ni por querer que obtenga una mayor difusión. En cualquier caso la sombra del viento será siempre un libro primero y un libro al fin y al cabo. Y eso ya es mucho, y suficiente, pase lo que pase.
7) En todos tus libros pero especialmente en La Sombra del viento se descubre casi un quijotesco amor por los libros, incluso por los desconocidos. ¿Es un amor propio de cualquier autor o es un amor que va más allá?
En mi experiencia personal he descubierto que muchísimos autores no aman en absoluto los libros, especialmente los de los demás, y que pesan más cuestiones de vanidad personal, envidias, celos y delirios de grandeza o pequeñez que el amor al arte y ciencia de contar historias. La sombra del viento tiene algo de carta de amor a la literatura e intenta expresar un amor sino puro, si sincero y respetuoso a todos los libros y rendir homenaje a quienes se dejan la vida escribiéndolos, a quienes les dan vida leyéndolos o difundiéndolos o tratando con ellos. A mí personalmente me parece importante mantener un respeto y una apreciación por la literatura y los libros sin prejuicios y sin dogmatismos que normalmente sólo encubren miserias e intereses personales. No soy yo una persona particularmente quijotesca, pero quiero creer que al menos soy capaz de respetar los libros, todos ellos, del primero al último, y reconocerles un valor, mayor o menor, porque cuando menos son la esencia de quienes los han escrito, lo admitan o no y se les reconozca o no, y aunque sólo sea para un lector en el mundo, todo libro tiene algo bueno que ofrecer.
8) ¿Te ha gustado siempre la lectura? ¿Qué leías a tus 14- 15 años?
Siempre he sido lector, con mis altibajos¡. A los 14-15 yo diría que leía sobre todo literatura fantástica, desde Stephen King a Peter Straub o J. R. R. Tolkien a novela negra, Raymond Chandler, Ross McDonald... pero la verdad es que leía de todo, combinando a King con Cortázar y a Tolkien con comics de la editorial Marvel, Steinbeck, Borges o cualquier cosa que se pusiera por delante y captase mi interés. No me gusta el racismo entre las personas ni entre los libros. Leía ya por entonces de todo, sin prejuzgar ni tomarme en serio los tópicos o clichés de turno sobre lo que era bueno o malo, y decidía por mí mismo después. Sigo haciéndolo y creo que es lo más higiénico y saludable que puede hacer un lector a cualquier edad.
9) García Márquez proponía que para que el lector quede enganchado a un libro debe tener un buen comienzo. ¿Qué ingrediente debe tener un libro que enganche al lector adolescente?
Yo creo que los lectores adolescentes son iguales que los adultos, pero más exigentes y sin el condicionamiento de esnobismos o modas que algunos adquieren con el tiempo y que les llevan a falsear y limitar su propio gusto e interés. Un lector adolescente no da tregua. Se le gana en limpio, con la historia, el lenguaje y los personajes o se le pierde sin contemplaciones. No se va a convencer a si mismo de que un libro le funciona si no lo hace. No finge valorar cosas que no le interesan. Es un lector extraordinariamente exigente y tan inteligente como el adulto, aunque sus referentes emocionales sean diferentes por simple motivo de edad. Creo además que es el lector más sensible, más abierto y el más agradecido si sabemos estar a su altura. Para enganchar a un adolescente un libro debe ganarse su interés en términos de literatura pura, sin tonterías ni bobadas. De nada sirven las peroratas de si esto o aquello es "bueno" o "muy valorado". Un adolescente es muchísimo más sincero con el mundo y consigo mismo que un adulto, de ahí muchos de sus problemas emocionales. Para enganchar a un adolescente un libro tiene que ser bueno, estar bien escrito y explicar una historia, un mundo, unos personajes. Suena simple, pero es lo más difícil que hay en literatura, conseguir que una obra se juzgue sólo por sus méritos y no por reputaciones manufacturadas o valoraciones críticas de dudoso pelaje. Por eso tan pocos libros interesan a los adolescentes y por eso tantos adolescentes creen que la lectura es aburrida, porque se les intenta dar gato por liebre (muchas veces con las mejores intenciones) y, a esa edad, como dicen ellos o decíamos nosotros en mis tiempos "no cuela". Y por supuesto un adolescente tiene que estar dispuesto a dar una oportunidad a la lectura.
10) ¿Qué cinco títulos crees que debería haber leído cualquier joven en España antes de acabar la ESO?
No tengo una lista ni creo en las listas o los cánones. Lo que sería importante es que cualquier joven acabase la ESO habiendo descubierto la lectura como algo placentero, divertido, estimulante y seductor. Que hubiese leído algunos libros y los hubiese disfrutado, fuesen los que fuesen. La lectura es ante todo un hábito, y los hábitos sólo se adquieren por refuerzo positivo. Obligar a los chicos a leer cosas que no les interesan es destrozar lectores de por vida y negarles para siempre el placer ya la experiencia de la literatura. Lo importante es que lean, lo que sea, lo que les divierta y ellos mismos encontrarán su camino como lectores en la vida y descubrirán cada libro y cada autor a su tiempo. Intentar inocularles a los 15 años los llamados clásicos como si se tratase de una vacuna es el mayor error pedagógico que se puede cometer, aunque se comenta de buena fe, como suele ser. Nadie les obliga a ver cine, jugar a Final Fantasy VII o explorar la web y lo hacen porque les interesa. No seamos tan ingenuos, y tan irresponsables, de creer que la literatura no tiene que ganarse su interés y competir como cualquier otra cosa, porque les fallaremos y nunca sabrán lo que se han perdido.
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